Miro el firmamento,

y pienso. Quizás sea este frío helador que me está devorando en esta terraza vacía, pero mi mente ha llegado a la única conclusión que me satisface.
No debí engañarme. Lo nuestro en ningún momento ha sido ni mucho menos un cuento de hadas. No hay tantos recuerdos bonitos como intento plasmar en mis palabras. Intento consolarme pensando que lo que tuvimos fue genial, que no tuvimos ni un solo tropezón antes de la caída final. Pero no, no fue así y ambos lo sabemos.
Si este año estuvo lleno de algo, fue de discusiones y malos entendidos.
También estuvo lleno de besos, abrazos y buenos momentos, sí. Pero ya se sabe lo que se dice: Un solo recuerdo malo puede volver insignificante e incluso hacer olvidar cien recuerdos buenos.
Y es así, y así lo veo. Por fin.
En realidad, no he perdido tanto como pensaba. Pues en besos, abrazos y buenos momentos, no fuiste el primero en dármelos. Y mucho menos serás el último.

¿No es gracioso? Estoy intentando olvidarte con la misma persona que una vez tú me ayudaste a olvidar.
Lo bueno es que ahora tengo el control, ya que gracias a ti no siento nada. Placer por placer. Y así se vive bien.

Definitivamente el pasado siempre vuelve, siempre y cuando lo dejes pasar. Y nunca le he negado el paso.

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