Deja que fluya

Como el viento, o la lluvia.

¿Y qué más da? ¿Para qué preocuparse? Las personas no deberíamos amargarnos por lo que nos ocurre a lo largo de nuestra vida, por muy malo que sea. No nos servirá de nada pensar y pensar en  los fallos cometidos. Por mucho que nos torturemos pensando en lo mal que actuamos, por mucho que pensemos en lo que habría pasado si hubiéramos actuado de otra manera, es imposible cambiar el pasado.
Tampoco pienses demasiado en el futuro, porque todo está escrito. Cuando algo está destinado a pasar, pasará. Sea hoy o dentro de una década, pero acabará pasando. Quieras o no. Estés decidido a ello o no. Lo esperes o no.
A su vez, por mucho que quieras que pase algo, si esto no tiene que pasar, no pasará. Por mucho que insistas, por mucho que lo desees o por mucho que lo fuerces.
Y aunque el destino está escrito, siempre puedes darle un empujoncito. Puedes cambiar o decidir tu futuro porque, solo en parte, está en tus manos. Lo que no se podrá cambiar nunca es el pasado.
¿Pero por qué cambiarlo? ¿Acaso no nos ha dado lecciones y experiencia? ¿Qué mejor que errar y darse cuenta para, poco a poco, ser cada día mejor?
Pero que se quede en eso, en lecciones. Que no influya el ayer, ni el mañana. Que sea el hoy, lo único que quepa en tu pensamiento. Decide en cada amanecer, qué hacer en ese nuevo día.

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