Las palabras se las lleva el viento, y tú te vas con ellas

A finales de agosto, con un tiempo más bien revuelto me encuentro en mi cama, con el pijama de invierno y bajo una manta más bien gruesa.


Mi sensación en este momento sería difícil de describir, siento sobretodo amor, hacia ti y hacia tu persona; siento odio, y tiene los mismo remitentes que el sentimiento anterior, siento impotencia, rabia, confusión. Siento que te he perdido para siempre. Siento que esta vez no podré levantarme, ya no. Prefiero acostarme en el suelo frío y esperar, quieta, a que el destino haga de mi lo que tenga pensado, pero.. ¿luchar? No, no puedo ya. Te fuiste y contigo se fueron mis ganas de sonreir, de soñar, de hablar, de sentir, de levantarme una y otra vez después de cada golpe, de luchar, y hasta de vivir.


Las palabras, las conversaciones guardadas que tengo, tanto en la memoria de mi pequeño portátil como en mi propia cabeza, llegan a mi recuerdo de forma confusa e incluso aterradora. No puedo evitar que las lágrimas rebosen mis ojos, simplemente porque tampoco quiero.
Por hacerme la fuerte aguanté, aguanté negándome a mi misma cuánto ansiaba llorar cada noche tu ausencia en mi vida, pero me tragaba las lágrimas, y aunque estás se atascaban en mi garganta no, no lloraba. Pero ya está bien. Ahora, practicamente lloro todos los días, lo necesito, me sale sin más, porque es demasiada tristeza acumulada. Ver una foto tuya, un antiguo tablón, sms, mensaje privado, cualquier cosa a estas alturas hace que mis ojos se rebosen de lágrimas para que después se deslicen rápidamente por mis mejillas.


Rebosarse, como decías tu que pasaba con tu "vaso personal", que cuando no aguantabas más, PUM, lo echabas todo a la mínima y así fue como hiciste conmigo, así se medio rompió nuestra amistad y.. no sé tú, pero también mi proyecto para algo más.
Dia a dia te fuí queriendo más, después de lo ocurrido, como si me dieran tres bofetada seguidas, mi corazón entró en estado de shock, quedando paralizado. Pasaban los días y, aún sin hablarnos, seguia aumentando algo en mi. Lo que no sabía era que mientras que en mi aumentaba en ti decrecía.
Llegó un momento en el que me di cuenta de que te amaba, de que me era imposible vivir sin escuchar tu voz o, al menos, verte aunque fuera de lejos, solo para saber que al menos seguías en los alrededores. Pero tú, ibas acallando todo lo que un dia dijiste sentir por mi o, en su defecto, dejaste de decirme palabras bonitas... palabras vacías, sí, VACÍAS, que para ti no significaban nada, pero que en mi hicieron que absolutamente todo cambiara, provocaste un huracán en mi interior, arrastrandolo todo, para al final, intentar volver a dejarlo como estaba antes. Amigos.
Amigos dijiste, me dieron ganas de soltar la carcajada más sonora que en mi vida podría soltar. Amigos. ¿Me pronuncias esa palabra ahora? ¿Se puede amar a un amigo? Ciertamente sí. Yo lo hice, lo hago y seguiré haciendo sin duda.


Espero que nunca te arrepientas de no "haber tentado a la suerte", porque aunque mi interior, mi corazón y alma digan y quieran lo contrario, no estaré ahí para esperarte, no eternamente.
No tentar a la suerte dice.. si no arriesgas no ganas suelen decir, y vas tu, y sabiendo que ibas a perder llevas arriesgando año y medio, y ahora, con la certeza de una victoria segura, ni si quiera lo intentas. No me vengas con excusas, no me digas que todo se esfumó sin más, que ahora "solo me ves como una amiga" no. TE AMO, me llegaste a decir, eso, no se va en un mes que dejas de hablar con una persona, pero simplemente tú, jamás sentiste algo ni remotamente parecido a lo que profesabas. Jamás.



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