Acabando con la farsa

Puedo recordarlo todo en un segundo.
Pasé de ser la primera en tu lista a ni aparecer en ella. Pasé a hablar contigo cada día, cada hora... a sorprenderme cuando iniciabas la conversación. Pasé de ser la persona con la que necesitabas hablar, a ser la que simplemente ignorabas. Pasé de ser la primera persona en ofrecerte mi amistad y todo de mi, a ser la primera de la que no querías nada. Pasé de ser la persona que querías ver en cada momento, a ser la última en dedicarle tu tiempo.
Pasé de ser la mejor amiga, a ser la fácilmente sustituida por los primeros que parecieron dedicarte una sonrisa sincera. Pese a todo, dudo que te hayan demostrado la mitad de lo que te demostré yo.
Pasé de todo a nada. Y la culpa fue mía, por intentar dártelo todo. Lo que tenía y lo que no. Sin esperar nada a cambio, con un constante miedo a perder lo que tenía.

Hemos cambiado tanto.. Pasaste de ser la persona más atenta y más amorosa del mundo, a ser la que con más frialdad y sequedad trataba. Lo ilógico, es que seguías afirmando que me querías. Y lo lógico es pensar, que no me querías, ni te pasé por la mente, cuando decidiste ensuciar lo que teníamos.
Me has mentido tan descaradamente.

¿Sabes eso que dicen que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana? Muchas veces intenté darte un portazo en las narices, pero siempre encontrabas la llave que había bajo el felpudo, solo para ti, y entrabas, a tu antojo. Con una seguridad que me desarmaba al completo.
Pero el truco no está en cerrar la puerta y quedarse dentro. Olvidar, es abrir una puerta para liberar a ese alguien, pero nos terminamos dando cuenta de que el verdadero prisionero, somos nosotros mismos.

Quería liberarme, y lo he hecho. Pero no olvidaré las mentiras, ni el daño, ni cómo te has burlado de aquella niña que se creía todas las palabras que salían de tu boca.

Al final todo sale a la luz. Y me siento genial, mejor que nunca.

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