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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Ojalá olvides.

Ojalá olvides mi manera de mimarte, mi manera de hacerte sentir el único sobre la faz de la tierra. Ojalá olvides cómo te besaba, y cómo te abrazaba gritando en silencio que no me soltaras. Ojalá olvides mis tonterías, y también olvides cómo te hacía reír con ellas. Ojalá olvides el porqué de tu mirar y tu sonrisa silenciosa, si si, esa que me ponía tan sumamente nerviosa. Ojalá olvides cómo te miraban mis ojos, ojalá olvides como mi corazón te decía "te amo" a través de mis labios. Y también espero que olvides nuestras peleas de "yo te amo más". Ojalá olvides qué fue lo que te enamoró de mi en su momento. Ojalá olvides todo ese sentimiento que decías albergar en tu interior. Ojalá olvides las lágrimas que un día derramaste por mi causa. Ojalá olvides las noches en las que solo yo estaba en tus pensamientos. Ojalá olvides los párrafos que escribiste con mi persona como musa. Ojalá olvidemos las canciones que nos recordaban al otro. Ojalá nunca recuerdes nuestras

Y así

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No lo entiendes. No te entra en la cabeza que haría cualquier cosa por ti, cualquiera. No alcanzas a comprender que el sentido de mi existencia gira alrededor de tu persona. Te limitas a vivir tu vida sin pensar que el estado de la mía depende de tus acciones. Ni siquiera eres capaz de imaginarte lo que influyes en mi. Te da igual irte, te da igual que yo tome en cuenta todos esos desplantes, todos esos detalles. Te da igual que yo me desilusione cada día, que me canse, que poco a poco vaya disminuyendo el sentimiento. Te da igual perder esto. Y no te das cuenta de que si actuaras de otra manera nada de esto pasaría. ¿Sabes lo extraño? Que ya no lloro. Nada, ni una sola lágrima. Creo que es la señal definitiva de que has acabado con todo lo que había en mi interior. Lo has arrasado al completo.

Ella.

Se sienta en una silla sabiendo que su objetivo es seguir en pie. Busca con la mirada una señal que la eleve, que la saque de la profunda tristeza en la que se siente sumida. Piensa que no se merece suerte en la vida, ni que le regalen sonrisas. No se siente merecedora de cariño alguno, ya que ella no puede devolverlo con la intensidad que siempre lo ha hecho. Pero, a la vez, se siente convertida en nada cuando ve, aunque sea por un momento, que ha sido sustituida, desplazada. La más mínima tontería, en este momento en ella torna a grandiosa catástrofe. Porque le falta un pilar. Una mesa tiene cuatro patas. Si le falta una, aunque las tres restantes sean más robustas y resistentes, igualmente queda coja. Igualmente se cae. Es más fuerte de lo que todos creen. Sonríe y se ríe a carcajadas cuando la ocasión lo apremia, cuando así lo ve necesario. En cuanto percibe ese nudo en la garganta que nos avisa de la llegada del llanto ella se acerca junto a alguien frente al cual tenga que fin