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Mostrando entradas de enero, 2013

Dime que estoy equivocado y me iré.

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Niégalo

Igual si te convences a ti misma de que todo lo que se te pasa por la cabeza son estupideces, igual si no le das importancia a nada de lo que pase a tu alrededor, igual si finges que no te importa nada de lo que te digan o hagan, igual así, esta vez, no sales escaldada.

Uno más que se va.

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Hace un año, nunca me habría imaginado que sería como soy ahora, que estaría en la situación en la que estoy ahora. Y mucho menos, todo lo que he conseguido. Durante el 2012 he aprendido muchas cosas, he sabido diferenciar a las personas que estarán ahí de forma pasajera, las que demuestran poco, y por otro lado a las que estarán ahí hoy y siempre. He aprendido que la familia siempre te sacará una sonrisa, que nadie, salvo tu familia, debe ser indispensable e irreemplazable en nuestras vidas. He aprendido que no hay por qué necesitar a nadie que no te necesite a ti. Ni poner el bienestar de nadie, salvo que sea tu familia, por delante del tuyo mismo. He aprendido que, muy lejos de lo que mi mente inocente pensaba, el amor no es perfecto, y mucho menos fácil. Pero también he aprendido que, para mi desgracia o para mi fortuna, me encanta esa dificultad y esa imperfección que conlleva ese sentimiento. Este año muchas personas se han convertido en recuerdos, la mayoría en b...

Palabras

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Las palabras son un instrumento de engaño o intento de convicción. Realmente, no son más que una unión lógica de letras, basada en unas reglas gramáticas específicas. Más allá de eso, mientras lo que expresen no pueda ser llevado a la realidad, ¿qué son más que mentiras? Las palabras son en sí vacías, carecen de significado moral, de realidad. El ser humano puede decir cientos de palabras, hacer cientos de promesas. Las podrá decir con la mayor convicción que haya en su interior, sin embargo nunca, jamás, podrá asegurar que todas las palabras y promesas algún día serán ciertas. Por eso, el ser humano debería aprender a callar, y empezar a actuar.  Demostrar y después, una vez que has hecho lo que pretendías, lo que tenías en mente, solo entonces corrobora con palabras tus actos. Así, también evitas generar decepciones en las personas que quieres. Soy de la opinión de que hablar no merece la pena. Sin embargo pienso que un gesto, una mirada, una caricia, un detalle hacia...